Toda sesión de psicoterapia se realiza desde un enfoque clínico particular. Es decir, cada terapeuta tiene una formación específica desde la comprende y atiende las situaciones que la gente reporta cuando acude a consulta.
Los modelos de psicoterapia más conocidos son los conductuales, psicoanalíticos, existenciales- humanistas y sistémicos. Cada uno de estos enfoques se fundamenta desde posicionamientos filosóficos, teóricos, metodológicos y técnicos, que le ayudan a entender la realidad y proponer soluciones para abordarla.
Entonces, surge una pregunta de interés, tanto para terapeutas como para personas que desean acudir a psicoterapia, ¿Qué enfoque sería el más eficiente?
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Históricamente, esta pregunta ha sido muy debatida porque parecería lógico asumir que el enfoque clínico es el factor determinante en psicoterapia, no obstante, estudios desarrollados desde los años noventa indican que esto no parece ser tan relevante como se pensaba, y que hay otros elementos que explican con mayor precisión cómo se desarrolla una terapia exitosa.
La alianza terapéutica, que refiere a la capacidad de generar acuerdos sobre los objetivos terapéuticos y desarrollar lazos emocionales significativos, aparece como un elemento fundamental en la eficacia terapéutica, pues permite a las personas tener la confianza de asumir riesgos interpersonales para generar cambios en su vida.
Para poder entender cómo el concepto de alianza terapéutica se ha vuelto un elemento común en diferentes modelos de psicoterapia, es necesario conocer el desarrollo histórico que este ha seguido (Corbella y Botella, 2003; Friedlander, Escudero y Heatherington, 2009).
Uno de los primeros autores que propuso el concepto de alianza terapéutica fue el fundador del modelo psicoanalista, Sigmund Freud (1956-1939), quién a principios del siglo anterior habló de la importancia de tener una actitud de interés y comprensión hacia los consultantes, para reducir la resistencia y tener una relación terapéutica beneficiosa.
Cabe aclarar que, en este modelo, la alianza terapéutica está muy relacionada con el concepto de transferencia, que sugiere que las personas proyectamos inconscientemente en la figura del terapeuta nuestros primeros vínculos afectivos. No obstante, en épocas recientes se ha reconocido la importancia de considerar tanto esta proyección inconsciente, como las acciones y subjetividades que representa el terapeuta, como elementos determinantes en el éxito de la terapia.
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En los años ochenta, el psicólogo estadounidense Carl Rogers (1902-1987), representante angular de la terapia existencial humanista, realizó importantes estudios sobre la efectividad en psicoterapia; descubriendo que, más allá del enfoque clínico, el desarrollar una actitud terapéutica (compuesta por la empatía, la aceptación positiva incondicional y la congruencia) era el elemento clave para lograr un proceso clínico exitoso.
Los trabajos de Rogers, que se realizaron en un marco de investigación empírica, grabando entrevistas de psicoterapia para ser analizadas de forma posterior a la sesión, fueron el comienzo de una nueva etapa para la psicología clínica basada en evidencia; tanto por el desarrollo metodológico que esto significó, como por la posibilidad de teorizar sobre las acciones y posturas que el terapeuta podría adoptar para generar un vínculo de confianza y colaboración con el consultante.
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Fue a partir de que las actitudes terapéuticas empezaron a ser estudiadas bajo metodologías experimentales basadas en evidencia, que los modelos de terapia cognitivo- conductual incorporaron estos conceptos al estudio formal de la práctica clínica.
En este contexto, surgen las investigaciones sobre los llamados Factores Comunes en Psicoterapia, en los que, en lugar de preguntar sobre cuál es el modelo clínico más exitoso, se busca entender cuáles son los mecanismos de cambio más eficaces que pueden implementar los terapeutas en un sentido relacional y personal (independientemente del marco teórico referencial desde el que partan), para lograr que los consultantes se sientan seguros y en confianza, para participar de forma activa en su proceso de psicoterapia.
En estos estudios sobre factores comunes, la alianza terapéutica ha destacado como un importante predictor del éxito que se puede alcanzar, evidenciando que además de los conocimientos teóricos y prácticos, es necesario adoptar actitudes de colaboración para facilitar los procesos de cambio que viven las personas en su terapia.
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El concepto de alianza terapéutica ha ido ganando relevancia a partir de la evidencia teórica y empírica que ha derivado de su investigación. A continuación, se presentan datos relacionados a estas evidencias, que nos pueden ayudar a entender cómo influye este elemento en los procesos de psicoterapia.
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En la actualidad, existen dos modelos teóricos usados en el campo académico que explican en qué consiste la alianza terapéutica:
Que la define como un proceso de colaboración entre terapeuta y paciente, compuesto de tres elementos; los acuerdos que ambos puedan generar acerca de las metas del tratamiento, los acuerdos sobre las tareas que se requerirán realizar para cumplir las metas antes mencionadas, y los lazos personales y afectivos necesarios para dar continuidad y mantener el trabajo terapéutico, con los retos que este conlleva (Friedlander, Escudero y Heatherington, 2009).
Propone una visión dinámica de la alianza terapéutica, ya que considera que este evoluciona y cambia en los diferentes momentos del proceso clínico. Al respecto, hace una distinción entre dos tipos de alianza, la primera, basada en una actitud de contención, apoyo y ayuda hacia los consultantes, para facilitar el inicio del trabajo terapéutico; y una segunda, enfocada en una actitud de colaboración para ayudar al consultante a superar los malestares que puedan devenir una vez avanzada la terapia.
Cabe aclarar que ninguno de los dos modelos sugiere que la alianza terapéutica sea un elemento suficiente para explicar la eficacia terapéutica, sino que se considera más bien como una habilidad actitudinal que le permite al terapeuta con la suficiente formación profesional, llevar a cabo un proceso clínico funcional.
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Gracias al creciente número de investigaciones empíricas, hoy podemos saber que:
A continuación algunos elementos sobre la alianza terapéutica en la práctica clínica
Históricamente, en el campo de la psicología, el concepto de resistencia ha sido muy importante, pues es común observar que las personas tienen dificultades para hacer cambios en sus vidas, aun cuando estos parecieran favorecerles.
Desde mediados de los años ochenta, terapeutas sistémicos, encabezados por Insoo Kim Berg (1934-2007) y Steve de Shazer (1940-2005), desarrollaron el Modelo de Terapia Breve Centrado en Soluciones, mismo que criticó fuertemente las ideas concebidas sobre la resistencia, al considerarlas poco beneficiosas para conseguir los objetivos que se buscan en la terapia. En su lugar, asumen que las personas que acuden a terapia quieren cambiar y recibir ayuda, por lo que los primeros pasos del proceso terapéutico deben estar enfocados en identificar el estilo de colaboración de los pacientes, para adecuarse a este (García, 2018).
A partir de pensar que es el terapeuta el principal responsable de construir estas relaciones colaborativas que promuevan el cambio en las personas (en lugar de pensar que son los consultantes quienes no quieren cambiar), se han logrado identificar elementos clave que se deben procurar para generar y mantener una alianza terapéutica eficaz.
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Algunos elementos básicos para la construcción de una alianza terapéutica son:
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Friedlander, Escudero y Heatherington (2009) hacen una similitud entre la alianza terapéutica y la anestesia que se usa en un proceso quirúrgico, la cual ayuda a que se pueda aplicar un tratamiento o intervención, generando el menor malestar posible al consultante. Esta metáfora es acertada, si consideramos que las personas que acuden a terapia lo hacen porque afrontan situaciones problemáticas que les afectan en múltiples sentidos, por lo que resulta benéfico tomar una postura de apoyo que les permita afrontarlas, junto con los cambios que requerirán hacer para solucionarlas, de la manera más cómoda y en confianza posible.
No obstante, los mismos autores reconocen que, a diferencia de otros campos científicos en los que el factor humano se puede aislar del fenómeno, en los procesos clínicos la persona del terapeuta juega un papel central en el resultado que tendrá el tratamiento, por lo que se urge a los profesionales de la psicología clínica (y áreas afines) a reconocer en su estilo terapéutico las herramientas con las que ya cuentan, y las que aún pueden desarrollar, para vincularse no solo de forma efectiva, sino también ética con sus consultantes, siendo la alianza terapéutica un concepto desde el que se puede partir para realizar este trabajo.
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Cómo ya hemos podido revisar, diferentes modelos en psicología clínica han reconocido que, además del dominio de habilidades teóricas y metodológicas, es necesario mantener una relación terapéutica que facilite a los y las consultantes el ser participantes activos de sus procesos de psicoterapia, sin embargo, cada modelo piensa esta relación desde diferentes premisas, por lo que resulta fundamental identificarlas.
Después de haber hecho una revisión sobre la relevancia que tiene la alianza terapéutica en los procesos de intervención en psicología clínica, es momento de responder verdadero o falso de acuerdo al papel que el o la terapeuta tiene en el desarrollo de este vínculo.
Fuentes de información
Bermúdez, C., & Navia, C. E. (2013). Factores que Favorecen y se Interponen en el Establecimiento de la Alianza Terapéutica en Terapia de Familia y Pareja. Revista colombiana de psicología, 22(2), 333-343. https://revistas.unal.edu.co/index.php/psicologia/article/view/36901
Corbella, S. y Botella, L. (2003). La alianza terapéutica: historia, investigación y evaluación. Anales de psicología. 19(2), 205-221. https://revistas.um.es/analesps/article/view/27671
Escudero C., V. (2009). La creación de la alianza terapéutica en la Terapia Familiar. Apuntes de Psicología, 27 (2-3), 247-259. https://idus.us.es/handle/11441/85003
Friedlander, M. L., Escudero, V. y Heatherington, L. (2009). La alianza terapéutica en la terapia familiar y de pareja. Paidós.
García, F. E. (2008). La terapia breve centrada en la solución en Latinoamérica. En Pinto Tapia, B.(compilador.) 1re congreso latinoamericano de psicoterapia sistémica en Bolivia: Construyendo un modelo terapéutico sistémico latinoamericano (pp. 27-34).
Uribe, R, M. (2008). Factores comunes e integración de las psicoterapias. Revista colombiana de psiquiatría, 37, 14-28.
Cómo citar
García, G. Y, (2022). Alianza y clima terapéutico.Unidades de Apoyo para el Aprendizaje. CUAIEED/FES Iztacala-UNAM. Consultado el (fecha) de (vínculo)